Claves para enfrentar una crisis de epilepsia

Hoy en día, gracias a los tratamientos farmacológicos el 70% de las personas diagnosticadas de epilepsia pueden llevar una vida normal.  En la mayoría de los casos, se logran controlar las crisis epilépticas, lo que permite una mejor calidad de vida en quienes padecen dicho trastorno.

La epilepsia es un trastorno neurológico causado por una brusca y anormal descarga eléctrica de las neuronas, la cual puede afectar a personas de todas las edades, siendo más frecuente en niños menores de dos años. Laalteración de la función cerebral determina la aparición de crisis epilépticas, que pueden manifestarse de diferentes maneras: se puede alterar la conciencia por un tiempo corto, pueden existir cambios de conducta o realizar movimientos anormales del cuerpo. La neurofisióloga de Clínica Ciudad del Mar, Dra. Lucila Andrade afirma que “ante una crisis generalizada lo más importante es mantener la calma, evitar que el paciente sufra algún daño, ponerlo de lado y tomar el tiempo de duración de la crisis”.

Si bien, la epilepsia puede tener un origen genético, que condiciona a las personas desde su nacimiento, existen otras causas  adquiridas.  Según la Liga Internacional contra la Epilepsia “la epilepsia puede ser de causa genética, estructural o metabólica y de causa desconocida. En el grupo estructural, las causas más frecuentes son las enfermedades infecciosas, las parasitarias, el daño cerebral perinatal, las enfermedades vasculares y el traumatismo de cráneo”.

Este síndrome se trata con medicamentos llamados antiepilépticos, que ayudan a prevenir las crisis. La elección del medicamento va a depender de factores como el tipo de epilepsia, la edad y el sexo del paciente. La Dra. Andrade señala que “el 70% de las personas que sufre de epilepsia logra un buen control con el tratamiento farmacológico y son tratadas durante un promedio de dos años. El 30% restante no logra quedar libre de crisis con el tratamiento y requiere de otras alternativas de tratamiento”.

Y concluye: “la detección tardía puede provocar graves daños en el desarrollo del niño, especialmente en lo cognitivo. En los adultos tiene repercusiones en el ámbito laboral y educacional. Por lo tanto, se requiere de profesionales altamente calificados para dar solución oportuna y apropiada”.