Ansiedad, autocuestionamiento, angustia, sensación de insatisfacción, sintomatología depresiva, que incluye desmotivación, deterioro del sueño, cambios en el apetito, hasta aumento de consumo de sustancias y aumento de quejas somáticas son algunos de los síntomas más comunes que presentan hombres y mujeres en la crisis de la mediana edad, que se presenta entre los 40 y los 50 años de edad.
Ésta se produce cuando la persona ha alcanzado su desarrollo y en donde se enfrenta con la necesidad de reequilibrar su comportamiento para la adaptación. En esta etapa, las personas revisan logros alcanzados y se plantean los objetivos para el resto de su vida. “Es una crisis considerada normal y esperable en el desarrollo humano” afirma la psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla quien además señala que hay varios factores involucrados como por ejemplo:
Nuevas exigencias desde lo ambiental: Se presenta un cambio desde la posición de recibir a la de dar. Existe mayor responsabilidad social al ser parte de una generación adulta, y en lo familiar, ser el sustento emocional y/o económico para los estudios de sus hijos, su inserción en el trabajo y el ahorro para la vejez.
La percepción de cambios biológico: empiezan a aparecer manifestaciones del proceso normal de deterioro de los sistemas fisiológicos, menor efectividad del sistema inmune, mayor lentitud de procesos orgánicos y metabólicos, cambios en la visión y audición, en la memoria de fijación, en la cualidad de la piel y cabello. Las mujeres toman conciencia del término de su capacidad reproductiva.
Cambios a nivel familiar: Se comienza a experimentar el proceso de progresiva autonomía de los hijos. La familia se enfrenta a la migración de estos, momento en que puede presentarse el “Síndrome de nido vacío”.
Cambios en aspecto laboral: Se comienza a percibir la incorporación de generaciones más jóvenes al trabajo y, posteriormente, la jubilación.
Características de personalidad: hay personalidades más vulnerables, como personas inmaduras emocionamente, con escaso repertorio de intereses personales, también personas que no logran dar sentido o disfrutar de cosas simples, o personalidades ansiosas, depresivas, con rasgos dependientes.
Historia de Vida: experiencias y circunstancias de vida, decisiones previas en los distintos contextos, personal, familiar, laboral, presencia de otros estresores en el momento de la crisis.
Como toda crisis puede ser enfrentada de manera positiva o negativa, en relación a la dificultad que la persona experimente para reequilibrar su comportamiento y organizarlo para el enfrentamiento de diversos cambios.
La psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, explica que las personas que logran un enfrentamiento y resolución positiva de la crisis, valoran positivamente la mayor libertad que involucra la mayor independencia de los hijos y la estabilidad laboral, como una posibilidad de dedicar tiempo para sí mismo y su pareja. Suelen hacer reflexiones acerca de su vida, orientadas a la búsqueda de reequilibrio interno que favorezca su adaptación. Valoran el crecimiento personal más que los logros externos. Disfrutan de su experiencia profesional, y de poder adoptar una postura más crítica respecto a planteamientos relacionados con su disciplina, de adoptar una postura personal y de sentir que se valora su opinión de experto.
Sin embargo, también hay personas que enfrentan y resuelven de manera negativa esta crisis. Éstas generalmente perciben el paso del tiempo como una amenaza, experimentando una sensación de estar contra el tiempo y sintiéndose vulnerables. “Suelen generar fantasías de deterioro, enfermedad, abandono, y ver la partida de los hijos como pérdidas. Tienden a centrarse en aspectos negativos o no logrados del trabajo, percibiendo injusticia, falta de valoración; suelen percibir el ingreso de personas más jóvenes al trabajo, como incapacidad, con ser reemplazado, superado y desplazado”.
En algunas ocasiones se da el “Síndrome de Gouguín”, donde la persona intenta huir del enfrentamiento, comienza una carrera o actividad laboral nueva, o bien cambia de pareja (generalmente más jóvenes), debido a frustraciones previas y/o deseos de “rehacer la vida”, lo cual en muchas oportunidades se ve fracasado el intento adaptativo.
Algunas mujeres, que decidieron suspender o postergar su desarrollo profesional, para dedicarse al cuidado de los hijos, lo intentan retomar. Esto es menos conflictivo si la decisión se realizó de manera voluntaria y si se dejó un camino ya construido posible de retomar, concluye la especialista.