Infarto al miocardio: Prevención y señales de alerta

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en la población adulta en Chile y el mundo, según el Ministerio de Salud. Entre ellas, el infarto agudo al miocardio se configura como la enfermedad con mayor mortalidad en hombres.

La Dra. María Arantzazu Perurena, cardióloga de Clínica Ciudad del Mar, explica: “Esta patología es la manifestación clínica de un problema que afecta a las arterias coronarias, ocasionada por la obstrucción del flujo sanguíneo, lo cual no permite irrigar y mantener la adecuada oxigenación del músculo cardíaco, generando que este problema se manifieste en un infarto”.

Uno de los primeros síntomas de esta enfermedad es el dolor torácico asociado a un esfuerzo físico, emocional o de ambos. Esta molestia sucede en el área retroesternal o en el pecho, de carácter opresivo y puede irradiar a ambos brazos, hombros, cuello e incluso a la mandíbula. Cuando el infarto es muy masivo, puede llegar a afectar el dorso o región de la espalda. Estas señales suelen estar acompañadas de cansancio, fatiga, sensación de desmayo y sudoración.

“Las principales causas son los antecedentes de obesidad, sedentarismo, alteraciones del colesterol, diabetes mellitus descompensada o de larga data con mal control metabólico y patologías ateroscleróticas. También, existen hábitos que pueden afectar negativamente como el tabaquismo. Las personas más propensas a desarrollar un infarto al miocardio, son aquellas que tienen estas afecciones y mantienen rutinas poco saludables”, menciona la especialista.

Si una persona presenta los síntomas descritos, debe acudir a un Servicio de Urgencia para ser evaluado, ya que un dolor de estas características no debe ser manejado en el domicilio. En esta unidad, se realiza una medición de los parámetros de presión arterial, pulso y examen físico. Se evalúa si en los análisis existen algunas alteraciones, soplos, taquicardia desmesurada o signos periféricos de insuficiencia cardiaca.

La Dra. Perurena añade: “El diagnóstico se efectúa con antecedentes, síntomas que presenta el paciente y exámenes. Para ello, se realizan estudios de electrocardiograma y de sangre, que muestran indicadores de sufrimiento del miocardio, el cual evidenciará si está ocurriendo un grado de menor irrigación de oxígeno, es decir, un infarto. Además, se utiliza la radiografía de tórax para descartar otras patologías como neumonía, tumores, entre otras y, en caso que la persona consulte con una sintomatología sugerente de una afección coronaria, se pueden emplear otros exámenes como test de esfuerzo, electrocardiograma, estudio de medicina nuclear, angio TAC de arterias coronarias, entre otros. La decisión debe ser orientada y evaluada por un cardiólogo”.

Cuando ocurre el infarto las primeras horas son cruciales, ya que se pueden hacer procedimientos que logren abrir las arterias a través de trombolisis, con medicamentos endovenosos o una angioplastia primaria, que es un procedimiento que se realiza mientras hay dolor y alteraciones electrocardiográficas, logrando ubicar las zonas de obstrucción e instalando mallas stent sobre estos vasos. Si no es posible realizar estas intervenciones y los estudios demuestran que la condición está muy avanzada o los vasos son de pequeño diámetro, se sugiere el tratamiento de bypass coronario.

Finalmente, agrega: “Para prevenir esta patología, es fundamental acudir a control una vez al año y las personas con condiciones crónicas lo deben hacer 2 veces. Por otra parte, es necesario consultar con un cardiólogo cuando existan sospechas de alguno de los síntomas, donde aparece dolor en situaciones que no se presentaban antes o que el mismo se haga persistente. Tener hábitos saludables, realizar ejercicio, tener un adecuado control de la enfermedades concomitantes, no fumar, evitar el alcohol y el exceso de sal”.