Niños estresados: ¿Qué debemos hacer?

El estrés es un patrón de respuesta que involucra un componente neurológico, endocrino, conductual, cognitivo y emocional, frente a alguna situación que es interpretada como altamente exigente o amenazante.

“Esta respuesta involucra cambios físicos que alertan al organismo para enfrentar tales exigencias.  Cuando el organismo responde con estrés, experimenta una producción mayor de hormonas que provocan un estado de tensión nerviosa, que puede manifestarse en cambios físicos y de comportamiento”: explica Claudia Badilla, sicóloga de Clínica Ciudad del Mar.

“El estrés se manifiesta en síntomas como: nauseas, sensación de fatiga, cansancio al momento de disponerse a estudiar, somnolencia diurna, insomnio nocturno, pesadillas, alteraciones en el apetito (aumento o disminución), suele haber quejas de dolor de cabeza y molestias musculares o gastrointestinales difusas; algunos niños pueden presentar  una especie de regresión a patrones de comportamiento previo, como  miedos, tendencia a aferrarse a un adulto, enuresis, tartamudeo, inquietud psicomotora. En las adolescentes puede producirse alteraciones del ciclo menstrual”, indica la especialista, quien agrega que es importante que los padres estén atentos a ciertas conductas.

“Es frecuente el aumento de ansiedad, inquietud, irritabilidad, llanto fácil y dificultad para manejar emociones (pena, frustración, rabia, culpa), pudiendo manifestarse desde problemas para concentrarse, hasta la agresividad, o por el contrario, en introversión y apartamiento de actividades interpersonales, mostrando reticencia a ir al colegio y participar en actividades familiares” indica la especialista.

Hay que diferenciar el estrés académico con otros trastornos ansiosos. Los niños ansiosos suelen incrementar su sintomatología en estos períodos, sin embargo, su respuesta ansiosa y desproporcionada, se presenta de manera habitual más allá del contexto de fin de semestre. Es importante saber cómo reaccionar frente a casos de niños que se encuentran estresados, ya que muchas veces este tipo de estados anímicos es obviado por los padres y/o profesores.

“Manifestar excesiva preocupación en el rendimiento escolar, la sobrevaloración de los logros en notas, puede operar como una exigencia indirecta. Es un error de algunos padres pretender aumentar el rendimiento a través de atemorizar, criticar,  mostrar inhabilidades, dudar de sus capacidades,  comparar; manifestarles su propia frustración y castigar por resultados. Esto sin duda afecta al niño quien además ve amenazada su estimación y valoración por parte de sus padres y profesores”, sostiene la psicóloga de Clínica Ciudad del Mar.

Cómo enfrentar el fracaso

Uno de los aspectos más difíciles para los padres, es abordar el fracaso de sus hijos. Los especialistas recomiendan, en caso de dificultad académica, potenciar a los niños en otras habilidades como, por ejemplo, el deporte, arte, música y habilidades sociales. Lo central a esta edad es que el niño se sienta competente en algún área.

“El fracaso escolar no es de un día para otro. Se debe ir atendiendo al desempeño del niño durante todo el año escolar, revisando las posibles variables asociadas a esta dificultad, para atender a éstas mediante apoyo familiar, escolar y con otros profesionales”, enfatiza.

Muchas veces ante inminentes fracasos o bajas de notas, los padres optan por retirar y cambiar al niño del colegio, sin embargo, los especialistas aseguran que no es la mejor opción, salvo excepciones, debido a que se corre el riesgo de enseñarle a evitar dificultades.

“Esta situación de estrés académico, pese a lo desagradable que puede ser para los niños, al mismo tiempo es una oportunidad para aprender un comportamiento saludable y adaptativo para enfrentar situaciones de estrés.

Es fundamental motivarlos a  expresar y manejar sus emociones, enfrentar la situación, a revisar errores e identificar recursos, ordenar rutina incluyendo el descanso,  priorizar tareas y regular expectativas proponiendo metas realistas, reforzar logros y poner el énfasis en el esfuerzo y autosuperación; de manera que  el niño se dé cuenta que luego de esta situación compleja es posible volver a  tomar paulatinamente el control de su vida”, concluye la sicóloga.