Es una de las patologías más prevalentes en Chile y corresponde a uno de los principales factores de riesgo en muertes asociadas a enfermedad cardiovascular. En el mes del corazón, te informamos cómo prevenirla y detectarla.
Según datos epidemiológicos nacionales, alrededor de 5 millones de chilenos tiene hipertensión arterial. Su condición, muchas veces asintomática en un comienzo, la transforman en una amenaza doblemente peligrosa, ya que en ciertas personas, no genera síntomas ni signos clínicos evidentes que alerten su presencia.
En algunos casos, los pacientes presentan sintomatología como cambios en su capacidad física o en su condición de bienestar general, pero no los asocian a hipertensión y suelen acostumbrarse a ellos.
Sin embargo, cuando la presión es muy alta, es probable que aparezcan síntomas muy variados e inespecíficos como dolores de cabeza, visión borrosa, mareos, sensación de inestabilidad, dolor de pecho, trastornos de ánimo, estados nauseosos e incluso disminución de la capacidad física, asociado al cansancio, señala la Dra. María Arantzazú Perurena, cardióloga de Clínica Ciudad del Mar.
Señales de alarma
Controlar la presión arterial constantemente es la mejor forma de conocer los parámetros habituales de cada persona, para así notar alteraciones. El factor hereditario también es muy relevante. Los pacientes con antecedentes familiares deben estar más atentos. Adicionalmente se deben considerar factores de riesgo como sedentarismo, sobrepeso, tabaquismo, estrés y excesivo consumo de sal, que están muy relacionados con el desarrollo de hipertensión.
“Si la presión sanguínea es alta, se debe consultar inmediatamente con un profesional, ya que la hipertensión es una enfermedad crónica que requiere control y tratamiento permanente”, señala la cardióloga.
Consejos para prevenir y tratar la hipertensión
La Dra. Perurena indica que es muy importante mejorar los factores “corregibles”, en los que se pueden hacer cambios sin medicamentos de por medio como, por ejemplo, consumir una dieta baja en sal, reducir las carnes rojas, mantener un peso adecuado, realizar actividad física aeróbica y no fumar. “Para tener buenos resultados con los tratamientos farmacológicos, es primordial cambiar los hábitos alimenticios”, enfatiza.
También menciona la importancia de no abandonar los tratamientos médicos y de consultar en caso de tener sintomatología asociada.
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