Cómo pasar unas vacaciones divertidas con los niños sin dañar la rutina

Contar con hábitos adecuados es importante para la adaptación de nuestros hijos, debido a que representa un ahorro de tiempo y energía, puesto que el niño ya sabe lo que hay que hacer en una determinada situación cotidiana; no se lo cuestiona cada vez que la enfrenta ni requiere de instrucción constante.

Una rutina definida y estable, con hábitos de higiene, alimentación y sueño adecuados a la edad de cada niño trae múltiples beneficios: genera una sensación de regularidad, que se traduce en seguridad, sensación de autoeficacia y autonomía y favorece la convivencia familiar, evitando conflictos, supervisión contante, berrinches y reclamos de los hijos.

La sicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla, explica que hay aprendizajes logrados que vale la pena mantener y seguir reforzando en vacaciones, especialmente hábitos alimenticios, sueño, higiene, y otras actividades desempeñadas en su rutina.

La rutina es positiva

La sicóloga explica que los hábitos son comportamientos aprendidos que tienden a mantenerse en el tiempo. Por ende, la repetición de la conducta, así como el refuerzo y percepción de sus beneficios, facilita que se vayan perfeccionando, consolidando, automatizando y manteniendo en el tiempo. Al contrario si no se refuerzan pueden debilitarse o perderse.

Es por ello que se recomienda que se identifiquen los aprendizajes logrados que vale la pena mantener y seguir reforzando en vacaciones, especialmente hábitos alimenticios, sueño, higiene, y otras actividades desempeñadas en su rutina.

“Se sugiere mantener las conductas  ya aprendidas que han resultado adaptativas,  en la forma de realizarlas, por ejemplo: si ya aprendió a iniciar el sueño sólo en asociación con ciertas conductas previas es bueno reforzarlo en vacaciones, independiente si el horario de acostarse es otro. Lo mismo con conductas de higiene, por ejemplo si ya está establecido el lavado de dientes al levantarse y luego de cada comida no tiene que perderse en vacaciones. De la misma forma en relación a la conducta alimentaria”, explica la especialista.

En tanto, las actividades que se suspenden en vacaciones,  como el estudio diario, no implica que se pierda el hábito, ya que el niño reconoce que son contextos distintos que involucran comportamientos distintos. Al volver al colegio paulatinamente los recuperará.

Flexibilidad, pero controlada

Mantener la rutina no implica mantener los mismos horarios y actividades que en el periodo de clases. Sí se puede dar mayor flexibilidad de horarios y ampliar el tipo de actividades, siempre explicando al niño la diferencia  entre el contexto escolar y el de vacaciones pactando ciertas reglas.

“No se trata de llenarlos de normas ni de eliminar todas las reglas. Básicamente hay que  definir nuevos horarios razonables de levantarse, acostarse, horarios para almorzar, el uso del computador, videojuegos, salidas con amigos, desarrollo de otras actividades de interés y momentos de compartir en familia, flexibilizando de acuerdo a cada familia y sentido común. También definir los roles, responsabilidades durante vacaciones, motivando e incentivando la participación”, asegura la sicóloga.

Es importante destacar que la reorganización del horario finalizadas las vacaciones debe empezar ojalá alrededor de los 15 días antes, para ayudarlos a regular ciclos biológicos partiendo por el sueño, ajustando gradual y paulatinamente los tiempo de acostarse y levantarse al horario que se mantendrá durante el año.

“Mamá, estoy aburrido”

Muchos padres se enfrentan a la demanda de entretención por parte de sus hijos, pero es importante que los niños sepan que sus padres siguen trabajado. Se les puede explicar la importancia que el trabajo tiene para la familia y los fines de semana, planificar paseos veraniegos, hacer visitas a abuelos, tíos, primos, visitar museos o lugares históricos.

“No es necesario llenar al  niño de actividades; hay que confiar en que un niño sano no se va a aburrir y que justamente desde ese estado mental de aparente aburrimiento, es más probable que encuentre una actividad haciendo uso de su imaginación y creatividad”.

Otro consejo de la especialista es dejar que el niño juegue sólo, o con hermanos o amigos (en lugares protegidos). “El juego no es sinónimo de no hacer nada, el juego es repetitivo, placentero en sí mismo, muy útil para consolidar aprendizajes y desarrollar nuevas habilidades en distintas áreas (cognitiva, afectiva y social) e incluso para asimilar y elaborar ciertas situaciones complejas que le haya tocado vivir, los niños canalizan sus emociones y fortalecer su autoestima mediante el juego”, resume.

Clases de verano

De acuerdo a la especialista, es importante que los padres entiendan que no todo en la vida está basada en el aprendizaje formal;  gran parte de nuestras habilidades se desarrollan en otros ámbitos y las vacaciones facilitan el poder practicar en ellas de manera de formar personas íntegras.

Por lo tanto es conveniente utilizar este contexto para el desarrollo de habilidades deportivas, musicales,  interpersonales a partir de la interacción  con otros niños y familiares, conocimiento del entorno, desarrollo de la habilidad de disfrutar del presente con espontaneidad. Actividades que permiten  activar otras áreas cerebrales, que tienen que ver con la fantasía, intuición y creatividad, útiles en el enfrentamiento de situaciones cotidianas.

Además, nunca se debe castigar un resultado escolar deficiente en vacaciones, ya que es preferible plantear cambios para el próximo año y dejar al niño tener sus vacaciones tranquilo.

“Es fundamental entender que si un niño tiene dificultad en el rendimiento académico, más que nadie requiere de las vacaciones para sentirse competente en alguna otra actividad; ya que todo escolar  requiere experiencias de éxitos, que resulta fundamental para formar un concepto de si mismo adecuado, que después influirá en la constitución de su identidad y que es la base de una buena autoestima y confianza  hasta adulto”.

Se puede practicar en áreas descendidas, como la lectura o habilidad numérica, de manera indirecta y  lúdica, acentuando su utilidad práctica, lo que a su vez aumenta la motivación por el aprendizaje. Por ejemplo problemas en la lectoescritura se puede reforzar pidiendo al niño que lea el mismo las instrucciones de un juego, que escriba historietas, cartas a algún amigo, si tiene mail que lea, redacte y escriba mensajes,  que anote recados telefónicos, que lea letreros en un viaje, inventario o instrucciones en el lugar de hospedaje, que se oriente en un mapa del sector que se visita, las lecturas bajo los monumentos, características de animales en un zoológico, reseñas en una exposición o museo.

Si hay contenidos escolares o un área deficiente que el mismo niño o adolescente quiere reforzar, orientarlo a darles un horario (por ejemplo,  dos horas dos  veces por semana en la mañana, incluyendo un breve recreo). Esto para favorecer la desconexión el resto del día, ya que si está de vacaciones pensando en que debe hacer tareas o viceversa, probablemente no hará ninguna de las dos cosas bien y además sentirá culpa.